Puede que esto parezca sacado de un thriller tecnológico distópico, pero ha salido a la luz que uno de los supuestos socios de marketing de Facebook, Cox Media Group (CMG), ha estado utilizando «Escucha activa”software para orientar anuncios en función de conversaciones captadas a través de micrófonos de teléfonos inteligentes.
Según un informe de 404 Mediosa la que se accedió documentos filtrados Para sus periodistas, este software emplea inteligencia artificial para analizar “datos de intención en tiempo real” de nuestras palabras habladas. Esta capacidad escalofriante permite a los anunciantes combinar estos datos de voz con análisis de comportamiento para llegar a los consumidores precisamente cuando tienen más probabilidades de realizar una compra.
La trama se complicó cuando, tras las indagaciones de 404 MediosEl gigante tecnológico Google se distanció rápidamente de CMG, eliminando al grupo de medios de su Programa de Socios. Mientras tanto, Meta, la empresa matriz de Facebook, afirmó que estaba revisando su asociación con CMG para garantizar el cumplimiento de sus términos de servicio. Amazon también aclaró que nunca había colaborado con CMG en este programa invasivo y enfatizó su postura en contra de tales prácticas. Estas respuestas ponen de relieve una creciente preocupación y un rápido retroceso entre los gigantes tecnológicos una vez que tales prácticas quedan bajo escrutinio público.
Esta serie de revelaciones no es sólo un incidente aislado, sino parte de una tendencia más amplia y preocupante que se alinea con nuestros peores temores sobre la privacidad. Esto nos lleva a una pregunta esencial: ¿Mi teléfono me está escuchando?
Con casos confirmados de software que espía activamente conversaciones personales para adaptar los anuncios, la línea entre la tecnología que nos sirve y la que nos espía parece estar difuminándose.
Las implicaciones de estas tecnologías van mucho más allá de la mera publicidad dirigida. Afectan a los derechos humanos fundamentales y cuestionan la esencia misma de la privacidad y el consentimiento en nuestro mundo cada vez más interconectado. Como consumidores, a menudo somos participantes involuntarios de estos experimentos.
La prisa por implementar y sacar provecho de las nuevas tecnologías a menudo supera el desarrollo de marcos regulatorios adecuados, lo que deja vulnerabilidades abiertas en nuestras vidas. La reacción de Google, Meta y Amazon (rápidamente desautorizadas prácticas que podrían manchar su imagen pública) también señala un enfoque reactivo en lugar de proactivo ante las preocupaciones por la privacidad.
Existe una necesidad urgente de regulaciones estrictas y aplicables que protejan a los consumidores de la vigilancia no autorizada y la explotación de datos. La pregunta no es sólo si nuestros teléfonos nos escuchan, sino también qué planeamos hacer al respecto como sociedad.
¿Mi teléfono me escucha en busca de anuncios?
La respuesta es sí y no. Las principales empresas tecnológicas, como Apple, Google y Facebook (ahora Meta), han declarado oficialmente que no utilizan el micrófono para escuchar conversaciones con el fin de mostrar anuncios. En lugar de «escuchar», los algoritmos publicitarios son increíblemente hábiles para predecir intereses y comportamientos en función de una variedad de otros puntos de datos. Esto incluye su historial de navegación, uso de aplicaciones, datos de ubicación e interacción con diversos contenidos digitales. Estos algoritmos son tan precisos que a menudo parece que han escuchado conversaciones, porque pueden predecir con precisión lo que podría interesarle en función de su huella digital.
¿Hay alguna manera de solucionar este problema de privacidad?
Sin duda, abordar eficazmente las preocupaciones sobre la privacidad requiere una combinación de vigilancia y acción práctica. En primer lugar, es fundamental mantenerse informado sobre los permisos que otorga a las aplicaciones de su teléfono inteligente. Revisar y ajustar periódicamente estos permisos puede evitar el acceso no deseado a su micrófono, ubicación y otros datos confidenciales. También es recomendable mantener actualizado el software, ya que las actualizaciones suelen corregir vulnerabilidades de seguridad que podrían ser explotadas por entidades maliciosas.
Más allá de los ajustes técnicos, es fundamental adoptar un enfoque consciente sobre lo que se comparte en línea. Limitar la cantidad de información personal que se divulga en las redes sociales y otras plataformas puede reducir la exposición a posibles riesgos de privacidad. El uso de herramientas de comunicación cifradas para conversaciones delicadas también añade una capa adicional de seguridad, lo que garantiza que las comunicaciones se mantengan privadas.
Créditos de la imagen: Kerem Gülen/Middayney