Una visión de siete décadas alcanza su hito simbólico, con la IA y los semiconductores en el centro de lo que podría convertirse en el pivote económico más importante de la historia.
En 1955, Mao Zedong hizo una predicción sorprendentemente precisa: China necesitaría 15 planes quinquenales para superar a Estados Unidos. Ahora, cuando Beijing presenta su XV Plan Quinquenal, esa línea de tiempo profética ha llegado, no con el fervor revolucionario de la era de Mao, sino con granjas de servidores, fábricas de semiconductores y modelos de inteligencia artificial que están remodelando la tecnología global.
El juego a largo plazo: planificación más allá de los ciclos electorales
Mientras que las democracias occidentales operan según ciclos electorales (normalmente de dos a cuatro años de latigazos políticos), el aparato de planificación de China piensa en generaciones. El actual plan quinquenal no solo traza el período 2025-2030, sino que se centra en seguir construyendo la hoja de ruta hacia el objetivo de 2035 de alcanzar el estatus de «país moderadamente desarrollado» (PIB per cápita de alrededor de 20.000 dólares) y el objetivo del centenario de 2049 de convertirse en un «país socialista plenamente desarrollado». Esta asimetría temporal es profundamente importante para el desarrollo de datos y de IA. La formación de modelos de inteligencia artificial de vanguardia, la construcción de cadenas de suministro de semiconductores y el desarrollo de infraestructura de datos requieren horizontes de inversión sostenidos que los informes de ganancias trimestrales no pueden abarcar. El sistema de China permite que las decisiones de asignación de capital abarquen décadas sin perturbaciones políticas, una ventaja competitiva que los analistas occidentales subestiman constantemente.
Capital versus Estado: la diferencia fundamental
Comprender la trayectoria de la IA y los datos de China requiere comprender una inversión fundamental: en Estados Unidos, el capital guía al Estado a través del lobby, el financiamiento de campañas y la captura regulatoria. En China, el Estado guía el capital a través del control del sector financiero, los préstamos dirigidos y los mandatos de planificación. Ninguno de los sistemas es inherentemente superior, pero producen resultados dramáticamente diferentes. Cuando el Estado chino decide que el desarrollo de la IA es importante, los principales bancos redirigen los préstamos, las universidades ajustan los planes de estudio y los gobiernos locales compiten para ofrecer incentivos. Esta respuesta coordinada acelera el despliegue, pero también puede amplificar los errores cuando la planificación central comete errores de cálculo.
La implicación de la gobernanza de datos: China trata la infraestructura de datos como activos nacionales estratégicos que requieren coordinación estatal, mientras que los marcos occidentales tratan los datos principalmente como activos corporativos que requieren protección de la privacidad. Estas diferencias filosóficas dan forma a todo, desde la arquitectura de computación en la nube hasta los conjuntos de datos de entrenamiento de IA.
IA y semiconductores: los dos pilares de la soberanía tecnológica
El XV Plan Quinquenal duplica la apuesta por el desarrollo de la IA y los semiconductores con una urgencia que trasciende las iteraciones anteriores.
El imperativo de los semiconductores refleja duras lecciones de los recientes controles de exportación estadounidenses. Actualmente, China produce sólo alrededor del 17% de los semiconductores que consume en el país, lo que crea dependencias peligrosas. El plan da prioridad a los equipos nacionales de fabricación de chips, la ciencia de los materiales y las tecnologías de embalaje avanzadas: la infraestructura poco glamorosa que hace posible la IA.
La aceleración de la IA se centra en varios vectores distintos:
- Grandes modelos de lenguaje competitivo con las alternativas occidentales
- Automatización industrial impulsada por IA para combatir la involución manufacturera
- Infraestructura del centro de datos apoyar la soberanía nacional de la computación en la nube
El problema de la involución: cuando la competencia se vuelve autodestructiva
Quizás la adición más fascinante al vocabulario político de China sea la «involución» (内卷), un término que describe una competencia tan intensa que se vuelve contraproducente. La involución, que originalmente se aplicó a la educación (lo que llevó a la prohibición de las clases particulares privadas en 2021), ahora describe sectores económicos clave donde las empresas chinas lideran a nivel mundial pero generan ganancias mínimas. Consideremos el sector de los vehículos eléctricos: los fabricantes chinos produjeron 9,5 millones de vehículos eléctricos en 2023, dominando la producción mundial. Sin embargo, las brutales guerras de precios internas significan que muchas empresas operan con márgenes muy reducidos. BYD, ahora el mayor fabricante de vehículos eléctricos del mundo, tuvo éxito precisamente porque sobrevivió décadas de esta competencia despiadada, pero innumerables competidores fracasaron. Esta involución se extiende al desarrollo de la IA, donde docenas de empresas chinas están entrenando grandes modelos de lenguaje simultáneamente, creando infraestructura redundante y fragmentando conjuntos de datos. El plan busca consolidar recursos sin sofocar la innovación que produce la competencia.

El giro interno: de la fábrica exportadora a la economía de consumo
Un cambio crítico en el decimoquinto plan implica un reequilibrio hacia el consumo interno. Durante décadas, China optimizó para lograr la excelencia en el lado de la oferta, convirtiéndose en la fábrica del mundo. Ahora, con más de 120 países que cuentan con China como su mayor socio comercial, la estrategia gira hacia el desarrollo del lado de la demanda.
Las implicaciones para la infraestructura de datos son sustanciales: Apoyar el consumo interno requiere una arquitectura tecnológica diferente a la de apoyar la manufactura de exportación. Esto significa:
- Plataformas de datos minoristas y de pago que eclipsan cualquier cosa en los mercados occidentales (el volumen de pagos digitales de China alcanzó los 70 billones de dólares en 2023, aproximadamente 50 veces mayor que el de Estados Unidos)
- Integración del comercio social Combinando recomendaciones de comercio electrónico, redes sociales y IA.
- Redes de ciudades inteligentes generando datos de consumo a una escala sin precedentes
- Ecosistemas de IoT en vivienda, transporte y atención médica creando nuevos flujos de datos

La economía de baja altitud: autopistas en el cielo
Mientras los observadores occidentales se centran en las sanciones a los semiconductores y el desarrollo de la inteligencia artificial, China está haciendo apuestas de miles de millones de dólares en la «economía de baja altitud»: densas redes de drones autónomos que crean infraestructura de transporte tridimensional. Si bien esto suena a ciencia ficción, empresas como EHang ya están realizando operaciones comerciales de taxi aéreo, mientras que SF Express opera miles de drones de carga. El plan prevé sistemas integrados de gestión del espacio aéreo que coordinen millones de vehículos autónomos, un desafío de procesamiento de datos que requiere inferencia de IA en tiempo real a escala masiva.

Lo que el mundo debería mirar
A medida que se desarrolle este decimoquinto plan, varios indicadores revelarán si la visión de China se materializa:
- Tasas de autosuficiencia de semiconductores en nodos avanzados (7 nm y menos)
- Rendimiento del modelo de IA en puntos de referencia estandarizados en relación con las alternativas occidentales
- Participación del consumo interno del PIB (actualmente ~55%, con objetivo de 60%+)
- Despliegue de la economía de baja altitud en ciudades de nivel 1 y 2
- Cambios en la composición de las exportaciones desde bienes manufacturados hacia servicios tecnológicos
El punto de control de 2035 llegará en sólo 10 años: la mitad del tiempo que les llevó a los teléfonos inteligentes pasar de la introducción a la ubicuidad. Cuando Beijing comunica sus prioridades con décadas de antelación, el patrón es claro: por lo general las cumplen. La pregunta para el resto del mundo no es si China perseguirá estos objetivos. La evidencia de 75 años de ciclos de planificación sugiere que así será. La pregunta es si otras naciones responderán con una visión de largo plazo equivalente o seguirán optimizando para el próximo ciclo electoral mientras China construye autopistas en el cielo.





