Mark Zuckerberg acaba de soltar una bomba. Meta, la empresa matriz de Facebook e Instagram, abandona su programa profesional de verificación de datos. En lugar de ello, están adoptando un sistema “impulsado por la comunidad”, dejando a los usuarios la responsabilidad de determinar qué es verdad y qué no.
Zuckerberg dice que se trata de fomentar la “libertad de expresión”, pero se parece mucho a abdicar de la responsabilidad, ahorrar dinero, ceder ante la presión política y más.
Francamente, es el colmo. Ya terminé con Facebook.
He estado luchando con esto desde hace un tiempo. El desplazamiento interminable, la monetización de mi vida, la indignación performativa, la sensación persistente de que estoy siendo manipulado por algoritmos, la manipulación flagrante y ampliamente cubierta… es agotador. ¿Pero este último movimiento? Es un factor decisivo.
Mira, entiendo el atractivo del crowdsourcing. La sabiduría de la multitud, ¿verdad? Pero cuando se trata de cuestiones complejas, el “sentido común” no siempre es suficiente. Necesitamos expertos. Necesitamos pruebas. Necesitamos un análisis matizado, no sólo reacciones instintivas y sesgos de confirmación.
Zuckerberg, en su infinita sabiduría (léase: con una saludable dosis de autoconservación), ha decidido arrojar debajo del autobús a sus socios de verificación de datos. Posiblemente, esos molestos que decían la verdad eran demasiado buenos en su trabajo, exponían verdades incómodas y, en general, hacían la vida difícil a los señores supremos de Facebook.
Según Zuckestos verificadores de datos estaban “demasiado sesgados políticamente” y, entiendan esto, “destruyeron más confianza de la que crearon”. Es un caso clásico de culpar al Mensajero, ¿no te parece?
Por supuesto, las propias organizaciones de verificación de datos no se toman esto con calma. Han contraatacadoseñalando lo obvio: simplemente señalaron contenido potencialmente falso. Lo que Facebook decidiera hacer con esa información dependía totalmente de ellos.
Es un poco como un chef que culpa al inspector de salud por una cocina sucia. “¡Oh, esos inspectores son demasiado exigentes! ¡Están arruinando mi reputación! No importa el hecho de que la cocina sea un desastre y el menú probablemente provoque intoxicación alimentaria en la gente.
Tomemos como ejemplo el cambio climático. La ciencia es clara, pero la desinformación abunda en las redes sociales. ¿Realmente queremos que la veracidad de los datos climáticos esté determinada por un concurso de popularidad? ¿O qué pasa con la salud pública? El sentimiento antivacunas ya es un problema grave, alimentado por teorías de conspiración y afirmaciones engañosas. Dejar que esas narrativas queden sin control (o que consorcios coordinados de miembros de la comunidad que tienen una agenda y un voto elijan como ciertas) podría tener consecuencias devastadoras.
No se trata de censura. Se trata de responsabilidad. Las plataformas de redes sociales tienen la responsabilidad de garantizar que la información que difunden sea precisa y confiable. Se han convertido en nuestra principal fuente de noticias e información, y ese poder conlleva la responsabilidad de combatir la propagación de falsedades dañinas.
Entonces, ¿adónde vamos desde aquí? Yo, por mi parte, estoy recurriendo a plataformas y herramientas que priorizan la verificación por expertos y la verificación rigurosa de hechos. Soluciones como Factéresepor ejemplo, que aprovecha una red de más de 350.000 verificaciones de datos realizadas por humanos de más de 100 medios confiables en todo el mundo para analizar información y proporcionar contexto.
El enfoque de Factiverse me da esperanza y me da las herramientas para ver qué fuentes respaldan y cuestionan una afirmación, para poder estar informado y equilibrado. Es un recordatorio de que la verdad todavía importa y que hay personas dedicadas a defenderla. En un mundo donde los hechos son cada vez más controvertidos, necesitamos más que nunca fuentes confiables de información.
Quizás la apuesta de Zuckerberg dé sus frutos. Quizás prevalezca la “sabiduría de la multitud”. Pero no me quedaré para averiguarlo. Estoy saliendo de Facebook e invirtiendo mi tiempo en plataformas que valoran la verdad y la precisión. Porque al final los hechos importan. Y todos merecemos algo mejor que ahogarnos en un mar de desinformación.
Este artículo fue publicado originalmente en tarde-hack y se republica con permiso.